RELATOS CON IDENTIDAD: SERIE MENCIONES HONROSAS

A CONTINUACIÓN, PRESENTAMOS EL CUARTO Y QUINTO RELATO DE UN TOTAL DE SIETE

DE BAZAR A LIBRERÍA

(Cubo azul)

Mis papás comenzaron su vida de comerciantes en Nueva de Matte. Un bazar pequeñito que tenía casi tantas cosas como lo que ahora son las grandes tiendas. 20 metros cuadrados, una sola cortina, pero había tantas cosas como yo no alcanzaba a memorizar. El Bazar Maite.

Para la Navidad nunca pudimos cenar en la casa, como el resto de los vecinos; cerrábamos a las dos de la mañana, las vitrinas quedaban vacías. Con mis hermanos nos poníamos afuera del bazar, con una mesita, a vender papel y cinta. La gente era buena, andaba feliz y los vecinos nos llevaban a cenar a sus casas, por turno.

Luego le creció el pelo al bazar, cambiamos de ubicación y de nombre. En plena Avenida Independencia abrimos la librería El Acuario, con acuario, pececitos y agua.

Yo era chica aún, una escolar en mis últimos años. Trabajaban 12 personas, teníamos fotocopias, imprenta, vidriería, todo lo que a mi papá se le ocurría que la gente necesitaba en el sector.

Teníamos un gato, pasaba echado en el empaque. Un doctor que hacía clases, en la U, les decía a los alumnos que eran más flojos que el gato del Acuario.

En el segundo piso de la librería vivimos varios años. En ese tiempo los ratones no eran algo tan usual como ahora, así es que con un gato en la familia era más que suficiente para vivir tranquilos.

Conocimos niños que ahora son papás, estudiantes que se volvieron médicos, médicos que ya no están. Venía gente del hospital a comprar cosas para un hospitalizado, una radio, pantuflas, “un juguete que lo tranquilice”. Historias crudas, historias lindas.

No existían las cadenas de farmacias; dos locales más allá estaba la farmacia San Luis, también era un negocio de familia. Uno no tenía que esperar que la atendieran, aún no existía la adicción por las farmacias.

Unos metros hacia el norte estaba el kiosko de “la Elba”. Ahí se conseguían todos los chocolates que uno quisiera.

En la misma cuadra estaba el “Para ti”, la única paquetería de Independencia llena de cajoncitos con hilos.

Nosotros dejamos de traer libros, terminamos con la imprenta, no más fotocopias. Afuera todo cambió y entonces adentro había que reducirse.

La típica pregunta que diferentes personas hacen, al menos una vez por semana: “Cuántos años tiene El Acuario?”. 47 años.

VIVACETA 1226

(Patoruzo)

Viernes en la noche; como siempre en Lastra con Picarte, fumando y esperando quizás que cosa. Y en eso estábamos cuando aparece el Juan Carlos en su Citroneta… que hacemos dijo uno… entre miradas cómplices, otro dijo: ¡como andamos de plata… se contó lo que había y todos arriba. A dónde vamos pregunté… donde la Tía Carlina… dijeron a coro.

Palmeras afuera y adentro las mesas llenas y el bullicio de la música.

En eso, sobre el escenario, aparece el Blue Ballet, primer espectáculo de travestis del país.

Después del show, el baile. Asombrado miraba como estos hombres vestidos de mujeres sacaban a bailar… y yo que hago aquí, pensé casi con temor. Pero después del cuarto combinado yo también en la pista haciendo lo mismo.

Y así, entre la penumbra de las luces, los vestidos brillantes y las pelucas rubias, pasó la noche.

Lo único que me acuerdo es que estaba de nuevo en la Citroneta y dos se habían perdido por ahí. Finalmente, de nuevo en Lastra con Picarte, cuando algo de luz se insinuaba tras el cerro San Cristóbal y las campanas de la iglesia de los Carmelitas… llamaban a la primera misa.

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